Entradas

Mostrando entradas de enero, 2017

Como ĂŤcaro rozando el sol pero sin alas.

Me has dejado un millar de caricias estancadas en Noviembre y varios cúmulos de abrazos que se escudan impasibles; cúmulos que ya no son galaxias. Algunas lágrimas grises se ocultan entre las pestañas, insalubres, esperando llorarse frente a un digno de su ternura. Si te espero, sé que te estás marchando, por ello me limito a esquivarte; recorriendo los bulevares que me aterran cuando se supone que sería un dolor fugaz. Ahora es cuando te regalo todos mis ayeres que no han pasado, suplicándote que los cuides como si nunca me hubiesen dañado; quizás con el tiempo los estrechas entre tus brazos para que tu vigilia taciturna acabe de matarlos. Y yo seguía creyendo que no temías al azar que nos decide, siempre que tu camino se bifurcara en mis desgastadas pupilas. No me importa, no te lloro, te espero para abrazarte en el otro lado del espejo: eres Alicia con miedo a cruzarlo. Pero me sigues exigiendo que acierte una flecha con el arco hecho trizas, así com

La cura.

Llevo tiempo buscándola. Ya sea en tu piel cuando me miras o en tus manos cuando están frías; cuando me sumerjo en mis sueños. Busco y rasco en las esquinas, pero la cura no aparece; me dicen que se pasa solo y que llorando solo crece. Me contaron que la cura está escondida en tus paredes. Que está flotando entre tus brazos esperando a que la encuentre. Y busqué oro en tus labios, sabes bien que lo hice; pero encontré sangre por cavar, un agujero en tus raíces. La cura no se encuentra en el filo de una azotea, ni dentro de una botella, ni en el fondo de tus venas. No hay cura cuando no sé ni cuál es mi problema; no hay arreglo para una casa en la que no se ven las grietas. Quizás la cura esté enterrada en un parque por la tarde; o en una taza en la ventana diluida en el aire. Quizá es más simple y está en olvidar este invierno; y dejar que pase el frío hasta que vuelvan a salir las flores.